lunes, 2 de noviembre de 2009

Estudio para un retrato

Un hombre, aunque visto desde otro ángulo, está todavía el adolescente tocando la primera juventud. Cuando habla la cosa cambia, la voz es madura, si se quiere de un viejo bohemio, negligente y parlanchín, pero profundamente sabio, con una experiencia dilatada y remota. De aspecto vulnerable y sumiso, como una estrategia de la vida, la máscara imprescindible de la sobrevivencia. Los párpados sombríos, melancólicos, con delicadas e innumerables arrugas, parecidas a la de las longevas tortugas, las cuencas tienen un trasiego de tortura de una sensibilidad extrema, expresando lo doloroso que es estar en la vida.
Parece un hombre sencillo pero no lo es, me doy cuenta cuando lo abordo en silencio, las manos de exquisito adolecente, uñas roídas, típico de los niños dados a complejas travesuras.
En resumidas cuentas, un hombre delicado, sin llegar a ser frágil, la sensibilidad de saberse vulnerable frente a la existencia.
Aristócrata de espíritu, ha tenido que maniobrar en haceres más simples y vulgares,donde la sensibilidad la inteligencia y la creatividad, son simplemente mal interpretadas y en último caso no interesa casi a nadie.
Por lo tanto, su tortura no es solo la lucha por la existencia sino más bien el como existir y en que condiciones. tortura sútil, profunda de lograr ser lo que se puede ser, como la máxima expresión creativa de su vida, qué el busca sin duda, desesperadamente.

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